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sábado, 10 de octubre de 2009

Carta abierta al Presidente Uribe

Estimado Presidente Uribe,


Me pregunto si el estudio de la historia puede resolver las encrucijadas del alma.

Por ejemplo, en EEUU la constitución originalmente no prohibía ni limitaba la reelección presidencial. Sin embargo, el límite de dos periodos fue una costumbre con fuerza de ley desde que Washington rechazó una posible presidencia vitalicia tras su segundo mandato. Franklin Roosevelt, posiblemente el mejor Presidente estadounidense, fue el primero en romper esa regla al gobernar por cuatro periodos consecutivos.

Roosevelt fue elegido durantre la gran depresión y, como usted, prometió restaurar la tranquilidad y la confianza perdida. Gracias a sus politicas enérgicas, EEUU logró corregir su rumbo. Por eso, el pueblo lo reeligió con más de 60% del voto y respaldó su segundo mandato. Al terminar éste, estalló la segunda guerra mundial y muchos consideraron que la seguridad del mundo debía tomar prioridad sobre la tradición democrática. Aunque Roosevelt no violó la constitución, tampoco impidió que el pueblo violara, por primera vez, la tradición que limitaba el poder ejecutivo.

Sin embargo, tras derrotar a los Nazis, EEUU inmediatamente limitó a dos los periodos presidenciales. El episodio más oscuro de la historia humana dejó claro para el mundo que la tiranía surge de la autocracia incitada por la supuesta voluntad de masas cegadas por emociones fogosas.

Consciente de esta nítida lección histórica, me opongo rotundamente no a sus políticas, sino a su segunda reelección.

Usted debe seguir el ejemplo de Washington y no el de Roosevelt. Al haber restaurado la confianza en el Estado, su tarea está cumplida. No hay “hecatombe” que justifique un tercer mandato. No estropee sus logros y reconozca que la fuente de su gran apoyo popular está en su postura frente a los grupos armados, no en su persona. Demuestre “ser Presidente sin vanidad de poder” y fortalezca las instituciones del estado haciéndose a un lado para encomendar las riendas a una nueva generación de líderes. Confíe que Colombia elegirá un candidato que seguirá su ejemplo industrioso y su política de seguridad.

No someta nuestra democracia a los clamores de un pueblo exaltado. Éste, encandelillado por la luz que aparece al otro lado del túnel, necesita un líder que continúe fortaleciendo al estado para preservar la tradición democrática más ejemplar del continente y derrotar a la violencia. Cumpla su promesa de establecer “claridad y estabilidad en las reglas de juego.” Recuerde que “[e]l padre de familia que da mal ejemplo esparce la autoridad sobre sus hijos en un desierto estéril.

Colombia debe ser un modelo para la región. Con nuestro ejemplo, los pueblos hermanos podrán, con el tiempo, distinguir a los líderes verdaderos de los caudillos inescrupulosos que utilizan la desdicha ajena para servir intereses egoístas. Usted mismo advirtió acerca de “la demagogia y el populismo porque la frustración de las promesas electorales afecta la credibilidad democrática.” Sus aspiraciones reeleccionistas legitimizan esa rancia retórica que hoy busca consolidar el autoritarismo en América Latina. Además, sientan un tenebroso precedente que permite que un futuro gobernante pisotee las libertades de nuestros hijos.

No le dé una nueva razón de ser a la guerrilla ni restaure en lo más mínimo la legitimidad internacional que ésta ha perdido durante los últimos años. Recuerde que “[p]ara controlar a los violentos, el Estado tiene que dar ejemplo, derrotar la politiquería y la corrupción.”

No expanda de nuevo el poder ejecutivo dentro del marco existente, pues solo debilitará aún más a la rama legislativa, ya tan desprestigiada por la mayoría de su bancada.

No utilice su tasa de aprobación para atacar a la rama judicial, entidad independiente de la política y encomendada con la enorme tarea de garantizar el cumplimiento de la constitución y de defender los derechos fundamentales.

Desista de su idea de convertir nuestra república de leyes en un supuesto estado de opinión. Nunca habrá “cohesión social” bajo un modelo en el que una mayoría transitoria atropella una constitución legítima que establece reglas de carácter constante, bajo fundamentos legales sólidos que incorporan las lecciones de la historia y la voluntad colectiva del pueblo.

Sería un error someter a las minorías – por definición incapaces de legislar – a la voluntad de las masas, pues el Frente Nacional nos enseñó que las lombrices marginalizadas pueden rápidamente volverse culebras venenosas. La reconciliación nacional nunca será posible sin un diálogo pluralista.

La Gran Colombia se fragmentó porque Bolívar, el primer caudillo criollo, perdió su rumbo, poniendo sus ambiciones napoleónicas sobre los principios acordados en la Constitución de Cúcuta para fortalecer las nacientes instituciones del estado. Nuestro aguerrido país debe recordar aquella lección de Santander que dice, “la espada de los libertadores debe estar de ahora en adelante sometida a las leyes de la república” y, de una vez por todas, adoptarla como lema nacional.

Presidente Uribe, espero que recapacite y que pase a la historia como aquel que forjó en hierro la tradición democrática y que inculcó una cultura política basada en el respeto al estado de derecho y al debido proceso. No se convierta en otro caudillo neogranadino que, al pretender liberar al pueblo de la opresión, terminó sometiéndolo a la autocracia, justo como lo intentó Bolívar en el invierno de su vida.


Atentamente,


Camilo De Guzmán Uribe
© 11-10-2009

2 comentarios:

  1. Excelente escrito,ojala estas manifestaciones sirvan para que el presidente no comete semejante error.

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  2. las politicas de Uribe son terriblemente retardatarias, que no pase a la historia por imitar a Fujimori..

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