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jueves, 15 de octubre de 2009

El “estado de opinión” - ¿retroceso al caudillismo y la barbarie?


El “estado de opinión” que pretende establecer el Presidente Uribe corresponde a lo que el filósofo José Ortega y Gasset, aquel gran defensor del liberalismo (en el sentido clásico de la palabra), llamaba “acción directa” o gobierno de masa.

Ortega y Gasset considera que el fenómeno social predominante de la época moderna, aquel que propiamente la define, es “el imperio político de las masas.” Llevado al extremo, el imperio de las masas se caracteriza por el abrumante asalto a las minorías, y se expresa por medio de movimientos radicales y autocráticos, tanto de izquierda como de derecha, tal como los que Europa vio emerger tras la Primera Guerra Mundial.

Habiendo presenciado el surgir del bolchevismo y del fascismo, dentro de los cuales una masa imponía su voluntad sin respeto alguno por las minorías políticas o disidentes, Ortega y Gasset consideró que era menester la defensa de la democracia liberal. Solo bajo el liberalismo, concluyó, existe un estado avanzado de civilización.

El componente esencial del liberalismo, explica Ortega y Gasset, es la cultura, la cual tiene sus orígenes en las normas, pues “no hay cultura donde no hay normas a que nuestros prójimos puedan recurrir,” ni donde no hay “principios de legalidad civil a que apelar.” El opuesto de la cultura es la barbarie, un estado caótico caracterizado por la “ausencia de normas y de posible apelación.”

Dada su definición de la cultura, Ortega y Gasset admira la democracia liberal pues esta vive “templada por una abundante dosis de liberalismo,” es decir, de “convivencia legal” y “de entusiasmo por la ley” y por las normas. El liberalismo es, “ante nada, voluntad de convivencia,” y existe solo donde haya complicación. Es decir, donde la sociedad no funciona de acuerdo a la acción directa de la masa o de las mayorías sino de acuerdo a “trámites, normas, cortesía, usos intermediarios, justicia, razón…”

El actuar en la vida pública dentro de estos parámetros constituye la “acción indirecta,” el acto político carácteristico del liberalismo, el sistema donde la ley impera y es respetada (i.e., el Estado de Derecho). Por lo tanto, la democracia liberal, la civilización y la ley son sinónimos, y la vida política civilizada y liberal se caracteriza por la acción indirecta y por el respeto a las minorías.

Para Ortega y Gasset, el respeto a las minorías es el atributo principal de la democracia liberal, aquel que esta trae al foro político por primera vez en la historia. El autor define este respeto como aquel “principio de derecho político según el cual el poder público, no obstante ser omnipotente, se limita a si mismo y procura, aun a su costa, dejar hueco en el Estado que él impera para que puedan vivir los que ni piensan ni sienten como él, es decir, como los fuertes, como las mayorías.”

Por ende, el autor define al liberalismo como “la decisión de convivir con el enemigo, más aun, con el enemigo debil,” y por lo tanto lo llama “la suprema generosidad,” “el más noble grito que ha sonado en el planeta.”

El sistema contrario al liberalismo democrático es aquel donde la mayoría actúa sin respeto alguno por la ley ni por las normas, donde la masa ejerce su poder por medio de la acción directa y sin tolerar minorías.

“Se es incivil y bárbaro,” nos dice Ortega y Gasset, “en la medida en que no se cuente con los demás,” pues “la barbarie es tendencia a la disociación.” Y cuando se pasa de la democracia liberal a la “hiperdemocracia,” donde “la masa actúa directamente sin ley, por medio de materiales presiones, imponiendo sus aspiraciones y sus gustos,” no respetando las normas ni las minorías, se retrocede a la barbarie.

El concepto que promueve Uribe no es más que el de un estado en el cual rige la acción directa de la masa. El supuesto “estado de opinión” no es nada más que una forma de hiperdemocracia, tal como el imperio de masa que ha impuesto Chávez en Venezuela.

No debe resultar soprendente, pues como nos recuerda Ortega y Gasset, “no es más ni menos masa el conservador que el radical, y esta diferencia… en toda época ha sido muy superficial.”

Ambos modelos son un paso concreto hacia la barbarie, tomado en países que hace mucho no se caracterizan por altos niveles de civilización.


Daniel Raisbeck

Nota Bene: al Señor Jose Obdulio Gaviria - Por segunda vez, El Certamen acepta el reto de confrontrar sus conceptos.

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