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sábado, 19 de septiembre de 2009

Mientras Duermen


Barack Obama puede ser un presidente fantástico en cuanto a la política interna de EEU, pero su política exterior, impulsada por una visión del mundo excesivamente benévola, es preocupante para aquellos países democráticos que, aunque no poderosos, son aliados tradicionales de EEU y de occidente y a la vez buscan protegerse de tiranías expansionistas.

Esta semana, Obama ordenó retirar el sistema antimisiles que, instalado en Polonia y en la República Checa, defendería a Europa y a EEU de proyectiles lanzados desde Irán o desde Rusia. Aunque Obama defendió su decisión al decir que implementará un plan para interceptar misiles con una tecnología “más fuerte, más inteligente y más ágil,” el hecho es que el acto constituye una señal desalentadora no solo para los polacos y los checos, sino también para los países bálticos y el resto de las democracias que antiguamente fueron subyugadas por la Unión Soviética. Estas repúblicas de nuevo se sienten amenazadas por las posturas agresivas de una Rusia que, bajo el mando de facto o de iure de Putin, es poco menos autocrática que durante el curso del siglo XX.

El diario madrileño El País califica el evento como una “victoria diplomática rusa,” mientras el Times de Londres declara que, para Putin, la lección es clara: “la intransigencia paga dividendos porque EEU y la Unión Europea carecen de la voluntad para medírsele a Moscú.”

¿Cómo concierne esto a Colombia? En primer lugar, muestra una continuación de la alarmante tendencia que, al no aprobar el TLC el año pasado, demostró el Partido Democráta de EEU a darle la espalda a aliados democráticos en regiones de alta tensión. Por razones puramente ideológicas- en un caso oponerse a la política de Bush de apoyo incondicional a Colombia, en el otro a la insistencia del ex Presidente de instalar el escudo anti-misiles en Europa oriental- los Demócratas corren el riesgo de dejar a varios gobiernos aliados y democráticos a la merced de regímenes autócratas, represivos, militaristas y antiamericanos.

El solitario atrincheramiento de Colombia en un vecindario predominantemente hostil fue expuesto a plena luz durante las últimas cumbres de UNASUR. Dado este escenario, resulta escalofriante el abandono de Obama a los países de Europa oriental. ¿Qué podrá esperar Colombia el día que Hugo Chávez, para quien el país vecino es la única pieza que le falta para completar su rompecabezas bolivariano, decida que los “vientos de guerra” que soplan por Suramérica justifican una agresión bélica, tal como la de Rusia frente a Georgia en 2008?

Se dirá que las amenazas de Chávez a Colombia solo constituyen un intento por distraer al pueblo venezolano de los muchos fracasos de su revolución, y que el coronel consigue poner a sus secuaces en el poder por medio de las urnas, más no de las armas.

Sin embargo, Chávez probablemente no logrará que un súbdito suyo llegue al Palacio de Nariño por la vía democrática, ni que sus aliados de las Farc tomen el poder, al menos no por muchos años. Habiendo fracasado en esto, ¿por qué no ha de lanzar una aventura militar contra Colombia? Su capacidad agresiva es cada vez mayor y su armamento es cada día más sofisticado que el nuestro, mientras que no solo la administración Obama, sino la OEA, la ONU y otros órganos responsables dan la vista gorda a su militarismo, a sus alianzas poco salubres y a sus medidas dictatoriales. Dado que su aliado Putin puede intrometerse en Europa oriental como apetezca, política o militarmente, ¿por qué Chávez ha de pensar que no puede hacer lo mismo en Suramérica?

¿Acaso es imposible que Chávez pasara a agredirnos militarmente porque somos aliados de EEU, que ahora tiene acceso a algunas de nuestras bases, o porque la ONU y la comunidad internacional no lo permitirían? Algo parecido esperaban los checos y los polacos durante la década de los 30’s, antes de que fueran apabullados primero por la ola Nazi, y luego cayeran bajo la opresiva sombra del comunismo soviético.

Según Clausewitz, la guerra es la extensión de la política por otros medios. La invasión de Colombia sería la extension natural de la Revolución Bolivariana. Como Chávez mismo dijo, su movimiento “nació en los cuarteles. Ese es un componente que no podemos olvidar nunca, nació allí y las raíces se mantienen allí.” Según esta mentalidad, un triunfo militar solo demostraría la supremacia de su movimiento politico, diseñado para reemplazar la democracia liberal, aquel sistema que según Chávez “no sirve” y “pasó su tiempo”. Mientras las potencias democráticas duerman y las instituciones multilaterales sean inútiles, solo nos podemos defender nosotros mismos.

Daniel Raisbeck

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