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jueves, 20 de agosto de 2009

La segunda reelección es mal negocio


El Presidente Uribe esta borrando con el codo lo que tan cuidadosamente escribió con la mano. En su afán por perpetuarse en el poder, Uribe esta obstaculizando la continuidad de sus logros e incumpliendo dos de las principales promesas de su campaña electoral en el 2001: la de fortalecer las instituciones y la de acabar con la politiquería. El cansancio mental del mandatario es cada vez más evidente, pues su insistencia por pasar el referendo reeleccionista contradice los argumentos con los que defiende su iniciativa.

Uribe sostiene que Colombia necesita prolongar en el tiempo su agenda de seguridad democrática y la confianza inversionista para justificar los malabarismos legislativos y la politiquería de su bancada. Es difícil no estar de acuerdo con esa meta, pero aunque no parezca intuitivo, la campaña de Uribe amenaza los avances obtenidos en el clima de inversión en Colombia por varias razones. La coyuntura global ha cambiado y debido a la recesión económica mundial y la contracción de los mercados financieros, la comunidad inversionista no tiene la misma disposición que antes para asumir riesgos en los mercados emergentes. Por lo tanto, es importante entender que la seguridad interna es sólo uno, entre muchos factores, que afectan el índice de riesgo de inversión que se le asigna a un país.

Dentro de estos factores es de suma trascendencia la instucionalidad, que es medida según la fuerza, independencia y estabilidad de los órganos democráticos. Ampliar nuevamente el poder ejecutivo dentro de un marco constitucional diseñado en base a un período presidencial de cuatro años debilitaría tremendamente las instituciones. Esencialmente, desparecería la separación de poderes y la efectividad de los pesos y contrapesos, pilares fundamentales de la democracia para evitar la excesiva concentración del poder y los abusos que esto conlleva. Cabe resaltar que la comunidad inversionista le asigna un gran valor en particular a la independencia judicial y a la existencia de un estado de derecho constante y predecible. La segunda reelección atenta contra ambas cosas.

Segundo, la comunidad inversionista le presta mucha atención a la estabilidad interna de los países, a la transparencia de sus gobiernos y la sinceridad de su democracia. Con un gobierno de turno que intenta por segunda vez prolongarse en el poder cambiando las reglas en mitad de partido, Colombia parece ser tan volátil como Venezuela, Ecuador u Honduras. Las pretensiones reeleccionistas en estos países han causado una violenta polarización interna que es evidente para la comunidad internacional. Al ver que Colombia se dirige en la misma dirección, disminuye la confianza en el proceso democrático y aumenta la polarización en el país, perjudicando seriamente el clima de inversión.

Aunque la primera reelección fue bien vista por la comunidad inversionista porque había cierto consenso sobre de la necesidad de darle continuidad a los buenos gobiernos, una segunda reelección daría a entender a la comunidad internacional que en Colombia no se respeta el estado derecho y que el país se dirige hacia la autocracia. De perpetuarse en el poder, Uribe le brindaría una nueva raison d’etre a la guerrilla colombiana e irónicamente obstaculizaría la continuidad y el éxito de su política de seguridad democrática. Además, al marginalizar a las minorías del proceso democrático, repitiendo los errores del Frente Nacional, Uribe repondría la legitimidad internacional que las FARC han perdido durante la última década al ser expuestos por su gobierno como los crueles narcoterroristas que son. Esto aumenta el riesgo de que se libren ataques terroristas, ahuyentando al capital extranjero de las grandes inversiones en infraestructura que necesitamos para ser mas competitivos.

Otros riesgos influyentes son el ámbito político en la región y la estabilidad de los mercados de exportación. El referendo reeleccionista muestra a Colombia como otra republica bananera más con tendencias caudillistas y le brinda legitimidad a esa rancia retórica socialista que hoy busca consolidar la expansión de movimientos autoritarios en América Latina. Además aumenta la tensión en la región y el prospecto de un conflicto bélico, desestabilizando los mercados regionales y aumentando el riesgo de inversión, no solo en empresas exportadoras colombianas sino en la región entera.

Debemos reconocer que la comunidad inversionista percibe como un riesgo real que en Colombia pudiera surgir en el mediano plazo un líder enemigo del capitalismo y de la inversión extranjera. El segundo referendo reeleccionista de Uribe esta sentando el precedente para que cualquier futuro líder socialista con una gran base popular se perpetúe en el poder y arbitrariamente irrespete el marco jurídico comercial y los contratos de inversión extranjera. Bajo estas condiciones, es improbable que se realicen la grandes obras de infraestructura y materia energética que el país necesita, ya que éstas contemplan recuperar los montos de inversión durante un período de varias décadas.

Por nuestro propio bienestar y por la seguridad nacional, no debemos permitir que Uribe someta nuestra democracia al clamor de las masas. No nos dejemos encandelillar por la luz que aparece al otro lado del túnel y exijamos que el Presidente cumpla su palabra y respete las instituciones, para así preservar la tradición democrática mas ejemplar de nuestro continente y consolidar los grandes logros de los últimos años. De lo contrario, estaríamos premiando la cultura del atajismo, la politiquería y la demagogia. Los fines no justifican los medios. De hecho, en este caso, por las razones mencionadas, los medios obstaculizan los fines.

© Camilo De Guzmán Uribe
18 de agosto de 2009

Publicado en Portafolio el 7 de septiembre del 2009.
http://www.portafolio.com.co/opinion/analisis/ARTICULO-WEB-NOTA_INTERIOR_PORTA-6023927.html