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lunes, 18 de mayo de 2009

Las lecciones del regaño de Uribe a la BBC

La semana pasada se hizo famosa una entrevista de la BBC de Londres en la que el Presidente Uribe regañó a un reportero argentino que se atrevió a preguntarle sobre sus aspiraciones para un tercer período. Como en todo escándalo, la forma superó al fondo y para muchos pasó desapercibido que el triunfador fue el entrevistador, pues a pesar de salir regañado, obtuvo una ponderada respuesta que hasta hoy es la más concreta postura que haya tomado el Presidente respecto al tema.

Cuando le preguntaron si quería ser Presidente por un tercer período, Uribe exigió que se le hiciera “otra pregunta” para evadir el tema. Luego, Uribe intentó restarle mérito a la consulta debido a la nacionalidad del reportero, contestando, “estudie la historia de su país y déjeme la democracia Colombiana tranquilita.” Finalmente, ante la insistencia del hábil periodista, el Presidente Uribe pausó, pensó y contestó lo siguiente:

“La campaña mía es una: Colombia necesita prolongar en el tiempo la seguridad democrática, después de que vivimos sesenta años de violencia; la confianza inversionista después que durante décadas vimos que crecía enormemente nuestra población y se estancaba la inversión; y, la cohesión social después que durante muchas campañas políticas asistimos a propuestas de mejoramiento social que no se traducían en hechos. La campaña nuestra es por la confianza en Colombia, la seguridad con democracia, la inversión con fraternidad y la cohesión social con libertades.” (palabras textuales, pulse para ver el video de la entrevista de la BBC de Londres)

Es difícil no estar de acuerdo con las metas que propone Uribe. Sin embargo, una segunda reelección dentro del marco constitucional existente tiene serias implicaciones para nuestra democracia y para la estabilidad nacional y regional en el corto, mediano y largo plazo. Por lo tanto, es importante analizar la validez de cada uno de estos argumentos haciendo la siguiente pregunta: ¿Es la reelección de Uribe la mejor fórmula para prolongar le seguridad democrática, la confianza inversionista y la cohesión social en el país?

1. Una segunda reelección reduce la confianza inversionista en Colombia.

Durante los dos gobiernos del Presidente Uribe, la política de seguridad democrática ha reinstaurado el dominio del Estado sobre el territorio nacional, recuperando la confianza en el país. Gracias a esto, el nivel de inversión nacional y extranjera en Colombia ha aumentado a medida que el país es visto como un lugar menos riesgoso para hacer negocios.

No obstante, debemos recordar que la seguridad es sólo uno, entre muchos factores, que afectan el índice de riesgo que la comunidad inversionista le asigna a un país. Dentro de estos factores es de suma importancia la instucionalidad, que es medida según la fuerza, independencia y estabilidad de las instituciones democráticas. El proyecto de referendo que ha emprendido la bancada Uribista para cambiar el término presidencial establecido en la Constitución, erosiona la confianza inversionista en Colombia por varias razones.

Primero, ampliar el poder ejecutivo de nuevo dentro de un marco constitucional que inicialmente contemplaba un período presidencial de cuatro años debilita tremendamente a las instituciones legislativas y judiciales. Esencialmente, dejaría de existir la separación de poderes, pilar fundamental de las democracias para evitar la excesiva concentración del poder y los abusos que esto conlleva. Cabe resaltar que la comunidad inversionista le asigna un gran valor en particular a la independencia judicial y a la existencia de un estado de derecho constante y predecible. La segunda reelección atenta contra ambas cosas y alejaría al capital inversionista que terminará en destinos menos riesgosos.

Segundo, con un gobierno de turno que intenta por segunda vez prolongarse en el poder cambiando la Constitución, Colombia parece ser tan volátil como sus vecinos. La primera reelección fue bien vista por la comunidad inversionista porque, como afirma la revista Semana, había un consenso político y popular sobre de la necesidad de darle cierta continuidad a los buenos gobiernos. Sin embargo, el movimiento por la segunda reelección da a entender a la comunidad internacional que en Colombia no se respeta el estado derecho y que el país se dirige hacia la autocracia, tal como lo afirma la última edición de The Economist. Esto erosiona la confianza inversionista ya que muestra a Colombia como otra republica bananera más con tendencias caudillistas.

Debemos reconocer que dadas las tendencias regionales, para la comunidad inversionista extranjera no es descabellado el prospecto de que en Colombia surja en el mediano plazo un líder enemigo del capitalismo y de la inversión extranjera. Si se aprueba la segunda reelección, un futuro líder con esas características podría aprovechar el precedente sentado por Uribe para perpetuarse en el poder y arbitrariamente irrespetar el marco jurídico comercial y romper los contrato de inversión extranjera. Bajo esas condiciones, es improbable que se realicen la grandes obras de infraestructura y materia energética que el país necesita, ya que éstas contemplan recuperar los montos de inversión durante un período de varias décadas.

2. La segunda reelección retrocede el desarrollo de nuestra democracia y amenaza la seguridad nacional en el corto, mediano y largo plazo.

Tras milenios durante los cuales se llegaba al poder con la fuerza y las armas, el hombre descubrió que era mejor suscribir un contrato social y tener un intercambio de ideas civilizado que le permitiera a los ciudadanos escoger a sus gobernantes por sus propuestas. Desde entonces, la democracia liberal ha demostrado ser la fórmula más eficaz para preservar la paz y la estabilidad en los países. Pero para que la democracia funcione, es fundamental que grupos de toda tendencia ideológica tengan la oportunidad de exponer, bajo condiciones objetivamente justas, sus ideas y propuestas para conquistar el poder. De lo contrario, los participantes no aceptarán la legitimidad de los resultados aumentando la posibilidad de que irrespeten el estado de derecho.

Si bien la formula de la reelección es importante para darle continuidad a los gobiernos exitosos, los fines no justifican emplear medios de ética y legitimidad cuestionable. Es decir, no es justo para los demás participantes del proceso democrático que un gobierno de turno cambie las reglas de juego en mitad de partido por segunda vez consecutiva, recurriendo a su enorme popularidad para esquivar las normas establecidas en la Constitución de 1991.

Al recurrir a la figura del referendo, la bancada Uribista esta sometiendo a la sociedad colombiana al clamor de las masas privando a la oposición y a las minorías de una participación significativa en el proceso político. La historia demuestra que excluir a las minorías y a la oposición conduce a facciones de las mismas a romper el contrato social para intentar avanzar sus ideales mediante el uso de la fuerza y no de la palabra. Esta lección la deberíamos tener muy presente todos los Colombianos, pues la violencia de “más de sesenta años” que Uribe esta tratando de remediar surgió justamente cuando el Frente Nacional excluyó a las minorías izquierdistas del proceso político. Es evidente que Uribe no puede pretender obtener una paz duradera empleando métodos similares a los que en un principio causaron la violencia que nos plaga.

De perpetuarse en el poder, Uribe revitalizaría a la guerrilla colombiana, obstaculizando la continuidad y el éxito de la política de seguridad democrática. Primero, la segunda reelección confirmaría ante la comunidad internacional que las minorías no pueden participar significativamente en la democracia colombiana, reponiendo la legitimidad internacional de las guerrillas izquierdistas. Además de validar el apoyo y la rancia retórica de sus simpatizantes, arriesgamos que las diferencias entre los caudillos regionales enciendan un conflicto bélico en el continente. Por ultimo, podemos echar a perder uno de los más importantes avances de la sociedad colombiana en los últimos años: el gran rechazo ciudadano a la violencia en general y a la guerrilla en especifico. Esto nos alejaría de una eventual reconciliación nacional que integre a los grupos armados al proceso democrático y del prospecto de una paz duradera.

3. El proyecto de la segunda reelección polariza a la sociedad, impide la gobernabilidad y obstaculiza un libre y pluralista dialogo democrático .

Colombia sufre de una gran polarización interna hace más de un siglo. No obstante, durante la última década, hemos tenido grandes avances en materia de sociedad civil. Millones de colombianos se han movilizado al rededor del mundo para expresar un contundente rechazo a la violencia y a los grupos armados. Asimismo, han surgido muchas ONGs que cumplen la importante tarea de monitorear al Estado, exigiendo un gobierno transparente, que observe el debido proceso y haga respetar los derechos humanos.

Si pasa el referendo, la oposición vera las próximas elecciones como injustas desde antes que comience la campaña. Los malabarismos legislativos de la bancada Uribista están propagando la cultura de “los fines justifican a los medios.” Bajo esas condiciones, muchos miembros de la oposición sentirán que no tienen más remedio que jugar sucio y el gobierno actual, al haber utilizado medios cuestionables, habrá perdido la autoridad moral para criticar tal comportamiento.

Por lo tanto, la elección se centrará en acusaciones personalistas y en desatar escándalos que polarizan a la sociedad, debilitan la institucionalidad del país, erosionan la confianza inversionista, estropean nuestras relaciones comerciales con otros países y afectan la asistencia internacional que recibimos para combatir al narcotráfico y al terrorismo. Esto ya esta sucediendo, como demuestran las recientes denuncias del involucramiento de DMG en la primera reelección y de las supuestas irregularidades en la compra de terrenos de los hijos de Presidente. Si Uribe aspira a un tercer mandato, la situación sólo se pondrá peor y se profundizarán las heridas que hoy dividen a nuestro pueblo.

Lo más grave es que todo este humero priva al pueblo colombiano del debate significativo y sustancial que debería llevarse a cabo entre quienes aspiran al poder. Para que la democracia colombiana funcione bien, es fundamental que los políticos presenten y sustenten propuestas concretas y planes metódicos para mejorar el desarrollo del país y el bienestar de los ciudadanos. La sociedad se beneficia cuando las políticas de los candidatos se someten al escrutinio cuidadoso de los medios, la comunidad académica, las ONGs y demás actores del proceso, pues esto permite que el pueblo conozca y entienda las ventajas y desventajas de cada fórmula electoral. Al aumentar la participación del ciudadano se enriquece la democracia, ya que el pueblo exigirá que se traduzcan en hechos las promesas de quien salga vencedor.

Conclusion

Es evidente que los enormes logros de Uribe han reinstaurado la confianza y la esperanza en el país. Sin embargo, luego de haber sufrido tantos años de violencia, los colombianos no debemos dejarnos encandelillar por luz que finalmente aparece al otro lado del túnel. Las elecciones del 2010 definirán no sólo el futuro del país sino el de la región entera. Por lo tanto, debemos aprovechar la calma que ha brindado la seguridad democrática para reflexionar, aprender las lecciones de nuestra aguerrida historia y entablar un dialogo pluralista de reconciliación que defina nuestro futuro y consolide la democracia liberal, el estado de derecho y las libertades fundamentales en nuestro país. Si queremos apoyar la campana de Uribe para “prolongar en el tiempo la seguridad democrática”, debemos oponernos a su segunda reelección, pues de lo contrario ponemos en riesgo la seguridad nacional y la democracia, alejándonos del prospecto de obtener la paz.

© Camilo De Guzmán Uribe y El Certamen, 18 de mayo de 2009.

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